Calidad de Vida, dice Francisco Javier Venegas González, es un nuevo programa de la Universidad de Colima “que busca mejorar las dimensiones física, emocional, familiar, material y psicológica de los universitarios y de la sociedad en general”.

No se trata, aclaró en entrevista, de acciones paternalistas o de hacer algo que nunca antes hiciera la Universidad. La idea es que todas las acciones que se realizaban de manera aislada, se engloben ahora en un solo programa, para apuntar todos en la misma dirección y lograr un impacto positivo y duradero en la gente.

Él está al frente de la Dirección General de Orientación Vocacional de la U de C, y además es coordinador del Comité del Programa de Calidad de Vida que impulsa la actual administración rectoral.

Venegas González explica que, al hablar de calidad de vida, el estado de salud es importante, sí, pero no el único factor o dimensión a considerar en este programa. Es, dice, el punto de partida, pero el concepto se amplía y enriquece con la inclusión del entorno, las relaciones sociales, y el aspecto psicológico, laboral, familiar y educativo.

El comité que encabeza ha definido varias líneas de trabajo –que ellos llaman dimensiones–, en las que quieren impactar con el Programa Calidad de Vida: Formación ciudadana, bienestar material, apreciación artística y cultural, inclusión social, desarrollo de la salud, desarrollo personal y planeación y gestión.

El concepto de calidad de vida, dice, depende sobre todo de la percepción que cada individuo tenga de su propio bienestar y el de la comunidad. “Si alguien está satisfecho con su calidad de vida, entonces puede haber felicidad en esa persona”, dice el funcionario de la UdeC.

Calidad de vida, aclara, no es asistencialismo, paternalismo ni algo parecido, sino la promoción del bienestar en las diferentes dimensiones del ser humano. Es parte, además, del proyecto mayor que ha emprendido la actual administración desde que José Eduardo Hernández Nava asumió la Rectoría: el de la Responsabilidad Social Universitaria (RSU).

“Nos debe quedar claro –añadió–, a todas las instancias de la Universidad y a los universitarios, desde el intendente hasta el rector, que nuestra labor en la institución debe servir para mejorar la calidad de vida de todos nosotros y de los demás”.

Su propuesta es impactar positiva y directamente en la percepción que tienen los universitarios de su calidad de vida, “ir más allá de las cifras, de actividades que duran una semana o pocos días y a las que no se les da suficiente continuidad”.

El compromiso por mejorar la calidad de vida, dice, debe ser permanente: mejorar la salud, bajar los niveles de colesterol, preparar a los jóvenes para que enfrenten con éxito la tentación de las drogas, o lograr que la investigación científica impacte en la salud y mejore el desarrollo y bienestar de la sociedad, entre otras muchas tareas que inciden directamente en nuestra percepción de bienestar.

Al Programa Calidad de Vida, pidió, “debemos añadirnos todos; cada dependencia puede contribuir, desde Obras Materiales mejorando la iluminación y ventilación de los edificios, hasta los maestros siendo incluyentes con sus alumnos y cumpliendo con todas sus obligaciones”.

Debemos, dijo por último, “comprometernos a entender qué es la Responsabilidad Social Universitaria, y sobre todo convencernos los actores universitarios, no que el rector nos convenza, de establecer este compromiso institucional. Eso es básico”.