10 de diciembre de 2013 20:07:00 horas

*En conferencia, el investigador señaló que el tema ha formado parte de las agendas de los gobiernos y de las organizaciones internacionales; sin embargo, no ha tenido la relevancia esperada ni se han emprendido las acciones concretas.

*“Tenemos que definir para qué nos sirve lo que usamos, no es por anticuados ni estar en contra de la modernidad, sino que antes nos mataban enfermedades como la tuberculosis, pero ahora nos está matando el suicidio y la depresión”, indicó el investigador.

El desarrollo sustentable, de acuerdo con Roberto P. Guimarães, ha sido domesticado por los gobiernos y se ha quedado en los discursos; “mientras más hablamos de desarrollo sustentable, menos se materializa”, dijo durante la conferencia “El discurso de la sustentabilidad, ¿todavía esperando a Godot?”, que dictó hace unos días en el Archivo Histórico de la Universidad de Colima.

Guimarães realizó un símil del problema de la sustentabilidad con la obra “Esperando a Godot”, la cual narra que dos hermanos esperan la llegada de Godot, quien acudiría a salvarlos del ocio y el aburrimiento, pero nunca llega: “Eso es lo más cercano al desarrollo sustentable; todos estamos esperando que sea cierto, pero no se ven los resultados”.

Comentó que el tema ha formado parte de las agendas de los gobiernos, de las organizaciones internacionales; sin embargo, no ha tenido la relevancia esperada, porque dicho asunto “ha sido domesticado por los gobiernos para que no provoque demasiados problemas, y cuando se toman decisiones se trata de detenerlo, y la realidad indica que son pocos los que hacen algo”.

Un ejemplo de esta situación, dijo, acaeció en el marco de un encuentro que sostuvieron distintos países con el fin de realizar algo al respecto. Al final de la reunión, continuó, acordaron destinar cierto porcentaje de su PIB a las economías de los países en desarrollo para que éstos financiaran industrias libres de contaminación. Pero este acuerdo sólo lo cumplieron los países nórdicos, dando el 1.2 por ciento de su Producto Interno Bruto.

“Mientras que Estados Unidos, el cual utiliza el 40 por ciento de todos los recursos que hay en el planeta y produce el 35 por ciento de la contaminación global, nunca destinó más del 0.1 por ciento del país, pero organizó una reunión en Monterrey en 2002 para decir, que ahora sí tomaría la situación en serio y por ello se comprometió a aumentar el 10 por ciento, y junto con México, anunció eso como una gran inversión… y seguimos esperando a Godot”, ironizó Roberto P. Guimarães.

Pero el problema no sólo radica en los gobiernos, sino también en las empresas que han tomado decisiones que ni los gobiernos pueden restringir, porque nadie “les dice qué hacer y qué no hacer, por ejemplo a Bill Gates o Carlos Slim”. A esto habría que agregarle la poca conciencia de la población, “la cual se ha vuelto individualista y consumista”, mencionó el académico.

Tenemos que definir, dijo, “para qué me sirve lo que uso; no es que sea anticuado ni que esté en contra de la modernidad, sino que antes nos mataron enfermedades como la tuberculosis, pero ahora nos están matando el suicidio y la depresión; no estoy en contra de los celulares, lo que yo digo es que nos preguntemos: ‘¿Ha mejorado mi calidad de vida?’ Porque la sustentabilidad no sólo es el discurso de lo verde, sino de políticas y personas conscientes del cambio climático”.

De acuerdo con los datos presentados, algunos estudios arrojan que hace 800 mil años el planeta no se calentaba como ahora; “en la última era glacial por la que pasó el planeta y que aumentó su calor para dar paso a la vida, cambió un grado y medio, imaginen qué pasará ahora que aumentó dos grados”.

Por ello, invitó a “reflexionar acerca de las acciones que cada una de las personas realiza, no a esperar a que las instituciones o el gobierno actúen por nosotros, porque recordó que ellos lo plantean en discursos… ¿o vamos a seguir esperando a Godot?”, finalizó el profesor visitante de la Universidad Estatal de Campiñas, Brasil, investigador principal de Desigualdades Net, de la Universidad Libre de Berlín y funcionario permanente de Naciones Unidas.