Hace días, Rogelio Álvarez Meneses, estudiante del doctorado en Música de la Universidad de Oviedo, España, participó en el ciclo de conferencias de la temporada de abono de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA), con una charla titulada “La producción sinfónica de Franz Schubert: ante la riqueza de un legado poco explorado”, esto en el Auditorio de Oviedo, a las 19.00 horas, ante un público que se mostró sumamente interesado. Este musicólogo, que desde 2005 es profesor titular de la Universidad de Colima, donde ha impartido las asignaturas de piano, piano complementario, literatura musical y acompañamiento, ha dedicado sus últimos años a dar conferencias en importantes eventos europeos de música. Su línea de investigación se relaciona con el patrimonio musical hispanoamericano, centrándose principalmente en el desarrollo de la escuela pianística en México entre los siglos XIX y XX. Álvarez Meneses, en la participación que tuvo en Oviedo, destacó que Franz Schubert (Viena, 1797-1828) tiene un catálogo que ronda las mil quinientas composiciones, hecho que lo perfila como uno de los compositores más prolíficos del mundo. También aclaró que, en su corta existencia, el compositor vienés abordó todos los géneros: música sinfónica, de cámara, ópera, lieder, piano solo y obra religiosa, y que a pesar que la historiografía musical ha valorado en gran medida su música vocal con piano, “es injusto acotar su aportación a este terreno en concreto, ya que en los restantes géneros también se encuentran grandes ejemplos de obras maestras, fruto de una mente creadora tan fértil como genial”. Mencionó que “Schubert no sólo fue un nombre imprescindible en el ámbito de la música culta occidental, sino también en el marco de la música universal en general, debido a que su trayectoria vital se encuentra ligada a Viena, no sólo en sentido territorial sino en una total identificación con la vida y costumbres musicales de la ciudad”. El catedrático universitario dijo que, en palabras de Arturo Reverter, Schubert es “el primer gran músico nacido en Viena”, afirmación que cobra mucho sentido si se considera que de la enorme cantidad de compositores instalados en la capital austriaca –Cherubini, Beethoven o Salieri, por citar algunos–, pocos eran plenamente vieneses. Al remontarse a la etapa infantil del virtuoso de la música, dijo que el acercamiento de Schubert al mundo orquestal y sinfónico se dio desde niño, ya que a los ocho años fue admitido en el coro de la Capilla Imperial, agrupación que ha perdurado hasta nuestros días con el nombre de Niños Cantores de Viena, lo que le dio derecho a asistir al Stadtkonvikt, institución de enseñanza musical donde fue tutelado nada menos que por Antonio Salieri (1750-1825), personaje injustamente juzgado por la historiografía musical a raíz de una supuesta rivalidad con Mozart y cuya figura fue aún más distorsionada en el filme tan popular como históricamente impreciso “Amadeus” (1984) de Milos Forman. Añadió que, en favor de Salieri puede destacarse su importante labor como docente musical, al ser maestro nada menos que de Beethoven, Liszt, Czerny y Hummel, además del propio Schubert. Dijo que en el Stadtkonvikt, Schubert era violinista de la orquesta, por lo que pudo conocer de cerca la producción sinfónica de la escuela clásica vienesa estudiando los trabajos de Haydn, Mozart y Beethoven y que en este entorno escribió su Primera Sinfonía en Re Mayor, D. 82, en 1813. Señaló que resulta problemático definir el número exacto de sinfonías escritas por Schubert, pero que las primeras seis no ofrecen duda en su cronología y que en ellas se aprecia una concepción y asimilación muy personal de las formas clásicas. Comentó que una Sinfonía en mi mayor, que en orden se correspondería con la Séptima, pero que no se enumera en el catálogo como tal, fue esbozada totalmente por el compositor, pero que solamente orquestó los primeros 110 compases. Mencionó que ésta fue transcrita a piano por John Francis Barnett y orquestada íntegramente por Félix Weingarthner en 1934. Enumeró que cronológicamente figura la Octava Sinfonía en si menor, D 759, conocida como Incompleta, y que después se ubicaba la Sinfonía Gmunden-Gastein, que había de ser lógicamente la verdadera Novena, pero que se ha perdido; “la Novena Sinfonía en Do Mayor, La Grande, D 944, data del último año de su vida y los investigaciones posteriores revelan que Schubert trabajó en dos sinfonías mas en los años 1818 y 1919 y que proyectó una más en 1821”. Finalmente, explicó que en este aspecto resulta de referencia la grabación integral realizada por Sir Neville Marriner al frente de la Academy of Saint Martin in the Fields, la cual en su momento ocasionó polémica porque incluye las primeras grabaciones mundiales de los fragmentos orquestales en Re Mayor, D 708ª y D 615, la Séptima Sinfonía en Mi Mayor, D 729, la Décima Sinfonía en Re Mayor, D 936A, así como la Octava Sinfonía (Inconclusa), D 759, con un tercer y cuarto movimientos añadidos. La realización de estos trabajaos fue hecha por el compositor y musicólogo británico Brian Newbould, concluyó. |