“Lo que se pretende despertar no es el deseo de creer, sino el de encontrar, que es todo lo contrario”. Bertrand Russell Algunas veces parece que detenemos el tiempo al pensar, al visualizar una vida diferente bajo circunstancias distintas a las que vivimos, o quizá al imaginar cómo sería nuestro pasado si los eventos se hubiesen desarrollado de manera desigual. Meras elucubraciones para distraernos del presente. Ni hablar, decimos. Luego respiramos profundo y damos vuelta a la página para iniciar otra historia. Adictivo es sujetarnos a lo que no controlamos –aunque sucede-, enfermizo es aferrarnos a lo que creemos que nos pertenece, sin embargo cuando menos lo esperamos, sucede que despertamos y descubrimos que nuestra vida es una representación que sustituye a la realidad, que si extrañamos situaciones particulares del grandioso álbum de recuerdos que tenemos en la mente y creemos que todo pasado fue mejor, y cada vez lo repetimos con fuerza para intentar convencernos de eso, entonces estamos huyendo del presente para dejarnos atrapar por el pasado. Y si por el contrario, nos concentramos únicamente en las posibilidades para el mañana, que vivimos sin disfrutar lo que hacemos, sin sentir un goce por lo que tenemos y somos, creyendo que ya habrá otro día para realizar o intentar nuestros deseos, entonces estamos estancados en un futuro –también- mental. Y luego nos atrevemos a quejarnos de cuánto sufrimos, a pesar de que anhelamos la felicidad. Cómo lograrlo si se vive en un lugar tan lejano, con la mente reaccionando de acuerdo a lo que pasa afuera y no al revés. Lo interno debería determinar lo externo, elegir primero y fluir después. Buscar las respuestas dentro de uno mismo y no en la televisión, observarnos, cuestionarnos acerca de todo es lo que da la pauta para abrir la conciencia, detectar nuestras resistencias automáticas y repetitivas, y así avanzar de nivel, permitirnos romper el hechizo del condicionamiento en el que vivimos. Dejar de sufrir implica observarnos, y el mejor momento siempre es ahora. Cómo avanzar si nos enfocamos en tiempos que no existen, el pasado es un recuerdo, un registro, una huella; el futuro una posibilidad, una conjetura que vegeta en la abstracción. El momento más importante que tenemos es el ahora, todo sucede en él. Todo lo que existe fue creado en un ahora, y todo lo que existirá también tendrá su ahora para manifestarse. Avila, Soydeth. (2010). El Armario. Palomas al viento. Revista del Instituto Colimense de las Mujeres, 1 (6). Recuperado desde: http://www.to2s.com/isla/articulo.seccion.php?id=129 |