*El profesor emérito de la UNAM expuso la evolución de las ciencias biomédicas en México “Las ciencias biomédicas en la segunda mitad del siglo XX en México”, es el título de la segunda conferencia que impartió en la Universidad de Colima Ruy Pérez Tamayo, profesor emérito de la UNAM, en el ciclo ARS Médica Mexicana. La tradición científica biomédica en México, comentó, se inició con la Fisiología y la Microbiología. El primer laboratorio de fisiología lo fundó el doctor Fernando Ocaranza en la escuela de Medicina de la Universidad Nacional, no para la investigación biomédica sino para la enseñanza de tal materia. En 1993 el doctor Joaquín Izquierdo fundó el primer departamento de Fisiología en la Escuela de Medicina, con la finalidad de realizar investigación original, y años más tarde creó, en la Escuela Médico Militar, un laboratorio de enseñanza con el objetivo de hacer investigación. Joaquín Izquierdo fue el precursor de los estudios fisiológicos experimentales. El doctor Efrén del Bosque dio otro paso fundamental en 1939 al fundar el laboratorio de fisiología experimental en el Instituto de Salubridad y Enfermedades Tropicales, ya que fue el primero en investigación biomédica básica en México. La otra disciplina que fue pionera en la investigación biomédica es la Microbiología. En el Instituto de Salubridad y Enfermedades Tropicales se crearon las primeras plazas de investigación de tiempo completo en el país, lo que constituyó un cambio radical en la tarea de los científicos, “el grupo de pioneros de este instituto sentó las bases de las ciencias biológicas y parasitológicas en México”, dijo. Indicó que durante las tres décadas que duró la Revolución no se creó ninguna otra institución para desarrollar la investigación biomédica. En 1910 se creó la Universidad Nacional de México (ahora UNAM) con todos los institutos que había entonces: el Observatorio Geonómico, el Meteorológico, el Museo Nacional de Historia Natural, el Museo Médico, el Bacteriológico, el Patológico, entre otros; así mismo se integraron las escuelas que ya existían como la Escuela Nacional de Medicina, la de Jurisprudencia, y las Bellas Artes; también se crearon la preparatoria y la Escuela de Altos Estudios. La escuela de Altos Estudios había sido planeada como un centro de Investigación Científica, pero debido a tantos problemas de la época esta escuela terminó siendo una escuela de humanidades y ciencias sociales. Entre 1929 y 1939 la escasa investigación biomédica que se llevó a cabo en México se realizó en las instituciones públicas de salud, y casi toda por profesores de las dos escuelas de Medicina que había: la Universidad Nacional y la Escuela Médico Militar, “en esa década la Universidad estuvo distanciada del Estado, incluso estuvo a punto de ser clausurada por Lázaro Cárdenas”, recordó. En 1983 se crean los Institutos Nacionales de Salud, donde sus miembros fueron dedicados a la triple función, asistencia médica, docencia e investigación, pero debido a la falta de esta última, se crearon las plazas de investigación de tiempo completo, se proporcionaron recursos económicos para apoyar proyectos específicos, se instituyó una reunión anual para la presentación de los resultados, premios a las mejores incursiones, y se reformó el mecanismo del nombramiento de las direcciones generales de los institutos. A finales del siglo XX, indicó, existen un poco más de 70 escuelas o facultades de Medicina en México, de las cuales no más de diez pueden documentar contribuciones originales a las ciencias biomédicas; las tres más importantes son la UNAM, Politécnico y la Universidad Autónoma Metropolitana, que en su conjunto concentran más del 60 por ciento de toda la producción científica biomédica en el país. En ninguna de las escuelas de Medicina privadas se realiza investigación. |