Desde 1912, en México se construyeron aviones y motores, siendo el primero el avión diseñado por Juan Guillermo Villasana, precursor de la aviación mexicana, quien bautizó su creación con el nombre de “Latinoamérica”, aeronave basada en un modelo Deperdussin, con espacio para una sola plaza.

Los hermanos Aldasoro fueron otros que construyeron un motor para avión en ese mismo 1912, y tres años después, el 15 de noviembre de 1915, se inauguraron los Talleres Nacionales de Construcciones Aeronáuticas (TNCA), los cuales, junto con la Escuela Nacional de Aviación, formaban parte del departamento de Aeronáutica del Ejército Mexicano.

La primera aeronave construida en esos talleres fue una copia del monoplano Blériot, a finales de 1915, a la cual se le denominó “Serie E”. Después, Villasana, Alberto Salinas Carranza y el mecánico italiano, Francisco Santarini, fabricaron ahí mismo los aviones Serie A, Serie C (microplano veloz, primer avión de caza diseñado y construido en Latinoamérica) y Serie H, además de los motores para aviación Aztátl y SS México, y la hélice Anáhuac.

Sería poco tiempo después, el 16 de mayo de 1917, cuando el piloto Horacio Ruiz Gaviño voló por primera vez una aeronave completamente fabricada en México: un biplano tipo Serie A con un motor Aztátl y una hélice Anáhuac. Entre 1915 y 1920, los TNCA construyeron un total de 58 aeronaves. El factor que impulsó esta productividad fue la Primera Guerra Mundial (1914-1918), pues para el Ejército Mexicano era prácticamente imposible adquirir aeronaves en el extranjero así que el gobierno confió a los TNCA la fabricación de estos equipos.