La actividad volcánica es considera como una amenaza para la sociedad, ya que ha causado miles de muertes en América Latina. Tan sólo en Chiapas el volcán “el Chichón”, provocó el deceso de dos mil personas en 1982, cuando hizo una gran erupción.

Los vulcanólogos aseguran que este tipo de actividad no es frecuente. Se necesita una gran cantidad de presión para que cámaras y sub cámaras magmáticas rebasen su capacidad de almacenamiento, además de condiciones en la composición del magma para que pueda existir una erupción de esa magnitud. Pero sin duda los volcanes se encuentran en constante actividad.

Esto se debe a que son las chimeneas de las placas tectónicas en interacción. Cuando hay un choque frontal entre una placa oceánica y una continental se produce un movimiento llamado subducción que indica que la placa oceánica se sumerge debajo de la otra.

La fricción entre ambas produce altísimas temperaturas y presiones que funden la roca de ambas placas. Esta presión busca salida hacia la superficie: los volcanes. La existencia de cinturón de fuego del pacífico es la muestra de la inseparable existencia de volcanes asociados a la subducción.

Existen básicamente dos tipos de volcanes: los que hacen erupción una sola vez y los que tienen varias erupciones a lo largo de su existencia. Un ejemplo de los primeros es el Paricutín, en el estado de Michoacán. Un par de ejemplos de los segundos son el volcán “el Chichón” y el volcán de Fuego de Colima, el cual ha tenido numerosas erupciones, algunas pasivas como las de los últimos años, otras violentas como las de 1913 ó 1818.

“Aún no tenemos una receta para saber si la actividad que observamos culminará en una erupción o no”, explica el doctor en Ciencias Tonatiuh Domínguez.

Agregó que en Colima tenemos alrededor de diez firmas sísmicas registradas de los procesos que se llevan a cabo en el interior del volcán: asenso de magma, vibración de conductos por atrapamiento de gas, burbujas que explotan muy cerca de la superficie, entre otras, que no son perceptibles para la gente, pero sí para los equipos que monitorean estos movimientos.

Los temblores generados por actividad volcánica son normalmente pequeños, comparados con los provocados por las placas tectónicas. Su magnitud generalmente no rebasa los 4.5 grados escala de Richter. Sin embargo, cuando existe un incremento en la actividad volcánica en cualquiera de sus manifestaciones (ya que la actividad sísmica no es la única monitoreada), es posible que ocurra un evento. Es por ello que los vulcanólogos monitorean minuciosamente dichos eventos para prevenir un posible desastre.

Tonatiuh Domínguez es doctor en Ciencias, se desempeña como investigador del Observatorio Vulcanológico de la Universidad de Colima y participará en el Congreso Mundial de Ciudades en Volcanes a desarrollarse en Colima el mes de noviembre de este año.