Por Brenda Pérez Madrigal

Me recuerdo a los 05 años de edad, ilusionada porque muy pronto ingresaría a la primaria; ya sabía leer y todos los espectaculares y rótulos de empresas y tiendas eran pronunciados por mí con entusiasmo, tanto, que por ir leyendo un luminoso, casi soy arrollada por un automóvil en una curva, al atravesar una importante avenida; quedó en el susto, y todavía volví la mirada para terminar mi lectura.

Con 06 años cumplidos, tuve qué mudarme y con el cambio, de turno escolar matutino a vespertino, lo que con lágrimas, espera y gran berrinche que vívidamente recuerdo, logré ser inscrita en la nueva escuela al turno deseado.

A los 15 años me llevé la sorpresa de mi vida cuando mi madre me impidió con toda su autoridad, ser maestra en el Conafe, aún cuando aprobé todos los exámenes y cumplí con los requisitos. En la misma época, intenté estudiar el bachillerato en el área social para enfocarme al magisterio, recibiendo nuevamente la negativa de mi familia, lo que me entristeció. Mis sueños cambiaron de rumbo, es decir, “obedecieron mis velas al viento”, cuando fui literalmente obligada a estudiar una carrera comercial, en donde conocí la radio a los 17 años y me enamoré de la comunicación, de saber que yo podría llegar a muchas personas enseñando, aprendiendo, llevando diversión y más. Aprobé el examen de aptitud para locutora y ahora, 22 años después, escribo con la misma flama encendida. La radio es una industria impredecible, por lo que fue escasa e intermitente mi participación al aire dirigiéndome al auditorio, lo que me impulsó después de 10 años de descanso y crianza de mis dos hijos, Mario de 18 y Erik de 17 años de edad ahora, a retomar mis estudios, imparables a la fecha, desde el 2000.

La filosofía y la apasionante lectura me llevaron a conocer a Freud, “mi padre intelectual”; la carrera de Psicología, más que la de Filosofía, se acomodaba a la ‘perfección’, al resto de mis actividades y de nuevo, aprobé e ingresé a la Licenciatura. A la par de los estudios universitarios, viajaba a la Ciudad de México para en entrenarme en Psicoterapia en el año 2006, y ‘con todo el cansancio del mundo’, esfuerzos y satisfacción, comencé la práctica psicoterapéutica en bomberos, al teléfono en la cabina de la radio donde (todavía) laboro, en el área de pediatría de dos nosocomios y en las escuelas primarias y secundarias de la Ciudad de Colima.

Con mi inquietud, vi la pertinencia de fundar una Asociación Civil, institución mediante la cual muy pronto, brindaremos apoyo psicoterapéutico en emergencias sin costo económico a personas que así lo necesiten, entre otros beneficios a la sociedad.

Me presenté en el Sindicato Minero de los trabajadores al servicio de Peña Colorada en Minatitlán, en donde fui aceptada como su psicoterapeuta, encontré útil hacer un vínculo entre la población en general, la escuela secundaria y los mineros. Hacía las propuestas según iba identificando las necesidades y me eran facilitadas las oportunidades para realizar mi trabajo en beneficio de la población minatitlense, durante el periodo del 08 de agosto de 2011 al 01 de marzo de 2013, apoyando a la Secretaría de Educación mediante este vínculo, por un promedio de dos ciclos escolares.

Con tantas fuerzas para trabajar, me vi hace poco más del mes, empleada en tres lugares: la radio, (en donde el último día de labores será el próximo 15 de mayo), la mina y la Secretaría de Educación, por lo que decidí renunciar a dos de los trabajos y me quedo con gran satisfacción, en la Secretaría, lo que me permitirá en horarios y económicamente, continuar mi formación académica.

Encontré en el hospital y en la mina, que la psicoterapia cognitivo conductual es muy útil y actualmente curso el Diplomado en Guadalajara. Ahora mis necesidades académicas han aumentado y necesito cursar la Maestría en Psicoterapia, lo que debo reconocer, me dará realce curricular en la Secretaría de Educación en donde como he mencionado, laboro desde este mes de marzo.

Tengo la bendición de creer en Dios. Conozco el amor y lo comparto. Con 39 años, mi vida tiene sentido y soy feliz bajo cualquier circunstancia que me regale, con todos sus bemoles.