A veces uno se pierde en los roles y en la creencias; en el afán de ser “buenos” para merecer premios – entiéndase reconocimiento y aceptación – nos olvidamos de lo primordial. Hacemos a un lado lo que nos produce bienestar y cumplimos las demandas que creemos validas, las demandas del “deber ser” dictadas por un grupo social, un grupo que en lo particular se pierde y en lo general arrebata. ¿Qué es este embrollo? es sencillo y lo diré rápido; es simplemente que olvidamos la verdadera razón de la pareja y nos convertimos en padres y madres, ignorando que antes que eso somos hombres y mujeres que se unen para crecer ambos, no para nulificar su individualidad y si para expandirse al compartirse. Y así la historia: un Señor de la casa orgulloso de su hogar limpio, sazonado con hijos educados + una Ama de casa esmerada en cubrir todas las necesidades de sus retoños y del Señor de la casa = a que con el tiempo el rostro del hombre y el de la mujer se han desdibujado, se abrió la puerta al espejismo del reconocimiento propio a través de los ojos y miradas de los demás: la familia propia y la política, los amigos, los colegas de trabajo, los maestros, médicos y líderes espirituales. Como dice aquella canción que llegue a escuchar de niña “me olvide de vivir, me olvide de vivir….” Dejamos de ser alegres y congruentes por elección propia; pero eso sí, ahora somos “una familia ejemplar” ¿lo es? ¿Será esto cierto? ¿A caso no es al contrario?...: una PAREJA ejemplar es la única senda hacia una familia ejemplar. De no ser así se corre el riesgo de; resumindamente, ver o vivir algo como esta historia: El tiempo pasa: él desolado por haber perdido a su amante pero orgullosos de haber ganado una mamá de sus hijos… Ella muda en los silencios y olvidada tras los rincones, ha perdido su energía sensual pero ha ganado al proveedor del hogar. Es bueno cimentar un hogar, pues es el nido para crecer hijos sanos, congruentes, con autoestima y herramientas para ser buenos hombres y mujeres, con todas las posibilidades de ser felices; es el espacio sagrado donde la confianza y la intimidad a dos (pareja) se acercan a Dios. Sin embargo lo que no se vale es OLVIDAR que antes que padre y madre, se es esposo y esposa, que antes de eso se es novio y novia, que en el principio, antes que todo eso, se es hombre y mujer. Dos seres unidos por la ilusión y con la convicción de estar juntos y compartirse… entonces ¿en dónde se perdieron? ¿Cuándo fue que ella olvido la chispa al mirarlo, cuando fue que el salió buscando ser mirado con esa chispa perdida? ¡fue su elección de matrimonio, una desición basada en el deber o en el querer? EL deber es mejor si es una elección y no una obligación. Veámoslo así: si se olvida la esencia y se nulifica la individualidad se logra hacer del “hogar”; en vez del anhelado banco firme, un asiento en tres patas endebles. El reto no es salir a buscar con quien hacer otro banco endeble y sin equilibrio… el reto esta en reaprender o aprender JUNTOS cómo fortalecer las patas que se tienen y construir la cuarta pata que los lleve a la vida de pareja dichosa, a la sensualidad compartida y a la certeza de ser reconocido y respetado por lo que se es… Más si esto no es posible y lo que se le dice “matrimonio” sólo lo es de dicho más no de hecho, entonces lo mejor es aprender como decir gracias, lo siento y adios al hombre, a la mujer… respetando la paternidad y maternidad con los hijos y ya despues de un periodo de recuperación salir, salir al encuentro de una vida en pareja, que manifieste el amor infinito e incondicional en cada acto… Les dejo un capítulo de una serie interesante que inspiro estas letras que hoy les comparto. https://www.youtube.com/watch?v=4PlavLNZ-bA |