ACTOS HUMANOS Por: Lic. Adriana Lizbeth Castillejo Barragán El acto humano: Es aquel que procede de la voluntad deliberada del hombre, es decir, el que es realizado con conocimiento y libre voluntad. En el acto humano interviene primeramente el entendimiento, porque no se puede querer o desear lo que no se conoce. Los actos humanos son lo únicos moralmente calificables como bueno o malos. No todos los actos humanos que realiza el hombre son propiamente humanos ya que pueden ser: ACTOS MERAMENTE NATURALES, si proceden de las potencias vegetativas o sensitivas sobre las que el hombre no tiene control voluntario. ACTOS DEL HOMBRE, si falta en ellos advertencia, o voluntariedad. DIVISIÓN DEL ACTO HUMANOS: Por su relación con la normatividad ética, el acto humano puede ser. Éticamente bueno, llamado también lícito, es aquel que resulta conveniente a la naturaleza humana en orden a su fin último. Éticamente malo, o acto ilícito, si no resulta conveniente a la naturaleza humana en orden a su fin último. Indiferente, cuando ni le es contrario ni conveniente. El acto humano también puede ser: Interno, si es realizado a través de las facultades internas del hombre. Externo, si intervienen también los órganos y sentidos del cuerpo. ELEMENTOS DEL ACTO HUMANO: LA ADVERTENCIA Y LA VOLUNTARIEDAD La advertencia en el entendimiento y el consentimiento en la voluntad. LA ADVERTENCIA Por la advertencia el hombre percibe la acción que va a realizar, o que está ya realizando. Esta advertencia puede ser: PLENA, si advierte perfectamente la acción. SEMIPLENA, si la advierte sólo imperfectamente. EL CONCENTIMIENTO El consentimiento lleva al hombre a querer realizar el acto previamente conocido, buscando con ello un fin. El acto consentido o voluntario puede ser: Perfecto, si es plenamente consentido. Imperfecto, si se realiza con consentimiento semi-pleno. Directo, si se realiza la acción se consigue el efecto deseado. Indirecto, si al realizar la acción además del efecto que se persigue sobrevienen otros, inseparable del efecto directo. EL EFECTO VOLUNTARIO INDIRECTO Se da cuando al realizar una acción, además del efecto que se persigue de modo directo con el, se sigue otro efecto adicional, que no se pretende, sino sólo se tolera por venir inseparablemente unido al primero. Por voluntario indirecto se entiende, por tanto, un acto del que se sigue un efecto bueno y malo; de ahí que también se le llama voluntario de doble efecto. OBSTÁCULOS DEL ACTO HUMANO Se trata de analizar factores que afectan a los actos humanos, ya sea impidiendo el debido conocimiento de la acción, ya la libre elección de la voluntad. OBSTÁCULOS PO PARTE DEL CONOCIMIENTO: LA IGNORANCIA. La ignorancia consiste en “carecer de la ciencia que debería tener”. Ignorante sería el sujeto capaz carente de los conocimientos éticos necesarios y suficientes. Esa ignorancia puede ser vencible e invencible. La ignorancia invencible se da sobre todo en gente ruda e incivil. En una persona con preparación humana y escolar, la ignorancia en cuestiones éticas es casi siempre vencible. En virtud de que la ignorancia invencible es involuntario, resulta por ello inculpable desde la perspectiva ética, ya que nihil volitum nisi praccognitum: nada es deseado si antes no es conocido. La ignorancia vencible, por el contrario, es siempre culpable, en mayor o menor grado según la negligencia en averiguar la verdad. OBTÁCULOS POR PARTE DE LA VOLUNTAD Los obstáculos que dificultan la libre elección de la voluntad son el miedo, las pasiones, la violencia y los hábitos. EL MIEDO: Es la turbación interior producida por la amenaza de un mal presente o futuro. El miedo, aunque sea grande, no destruye la voluntariedad de un acto, a menos que su intensidad haga que el sujeto pierda el uso de razón. Por ello el miedo no es motivo suficiente un acto malo, aunque la causa sea considerable. LAS PASIONES Designan las emociones o impulsos de la sensibilidad que inclinan a obrar o no obrar en razón de lo que es sentido o imaginado como bueno o como malo. LA VIOLENCIA Es el impulso de un factor exterior que inclina al hombre a actuar en contra de su voluntad. La violencia es un factor externo que actúa, sobre el acto externo. Violencia moral nunca destruye la voluntariedad, pues bajo ella el hombre permanece en todo momento dueño de su libertad. La violencia física relativa disminuye la voluntariedad, en proporción a la resistencia que se opuso. LOS HÁBITOS Los hábitos, o costumbres contraídas por la repetición de actos, se definen como la “ firme y constante tendencia a actuar de una determinada forma”. Esos hábitos pueden ser buenos en cuyo caso se llama virtudes o malos, que son los vicios. El hábito malo o vicio atenúa la gravedad de las acciones concretas, al estar ya desviada previamente la voluntad en esa dirección. La virtud es una cierta disposición estable para obrar el bien, y es fruto de la práctica constante. La virtud es algo esencialmente personal. . La virtud es por ello, más personales que los talentos especulativas o artísticos, por eso, las predisposiciones morales con que pueda uno nacer desaparecen mucho más fácilmente que las predisposiciones intelectuales o artísticas. La virtud es siempre precio del esfuerzo, de la buena voluntad y del ejercicio perseverante. El hombre virtuoso logra un dominio de su comportamiento y se adapta mejor al camino que lo conduce a su fin. LA MORALIDAD DEL ACTO HUMANO Al juzgar la bondad o maldad de una acción nos encontramos que está integrada por factores múltiples.. Pues el acto humano es un todo integrado, en el que cada elemento contribuye a calificarlo de bueno o de malo. Sólo entonces es posible dar el diagnóstico de la moralidad de la acción en cuanto tal. Los tres elementos que integran el acto humano son: El objeto del acto Las circunstancias que lo rodean La intención o finalidad que el sujeto se propone con aquella acción. EL OBJETO El objeto constituye el dato primario y fundamental. Puede defiirse de diversos modos. El objeto de una acción es la acción misma, pero tomada ya bajo su consideración moral. LAS CIRCUNSTANCIAS Son diversos factores o modificaciones que afectan al acto humano. El acto humano, además de su objeto, debe ser considerado en sus circunstancias, debe tratarse de circunstancias implicadas de algún modo con la moralidad, no de aquellas que no influyan absolutamente en la bondad o maldad de la acción. Se pueden considerar, en concreto, las siguientes: Las consecuencias o efectos derivados de la acción. Quién realiza la acción. El modo como esa acción se llevó a cabo. Qué cosa, designa la cualidad de un objeto y su cantidad. Dónde, el lugar en el que se realiza la acción. Con qué medios se realizó la acción. Cuándo, ya que en ocasiones el momento en que se efectúa la acción influye en la moralidad. Las circunstancias contribuyen a agravar o a disminuir la bondad o malicia de la acción, pero no pueden de suyo modificar la calidad moral de los actos, haciendo buena una acción de suyo mala. LA INTENCIÓN O FINALIDAD Es el objetivo que busca quien realiza un acto. Se llama también finis opeantis, para distinguirlo del objeto moral o finis operis. La finalidad del que actúa puede coincidir con el objeto de la acción. (finis operis). El principio de que “el fin no justifica los medios” tiene valor universal y permanente”. DETERMINACIÓN DE LA MORALIDAD DEL ACTO HUMANO El principio básico para juzgar la moralidad es el siguiente: “Para que una acción sea buena, es necesario que lo sean sus tres componentes: objeto bueno, fin bueno y circunstancias buenas. Para que el acto sea malo, basta que lo sea cualquiera de sus elementos. Los tres elementos del acto humano forman una unidad indisoluble, y basta que uno de ellos sea contrario a la normatividad ética para que ese acto resulte todo él ilícito. La intención se dirige sobre todo al fin, pero no puede hacer abstracción de los medios que emplea, y esos medios son también queridos. La formulación clásica del principio determinante de la moralidad de un acto es: “BONUM EX INTEGRA CAUSA, MALUM EX QUOCUMQUE” ( El bien procede de La rectitud total; El mal, de un solo defecto). Hay dos tipos de actos humanos que conlleva una valoración ética especial: el escándalo y la cooperación al mal. EL ESCÁNDALO Es toda aquella acción u omisión que induce a otro a hacer el mal. La acción que provoca el escándalo puede ser buena en sí misma, o puede ser también mala El escándalo adquiere particular gravedad cuando es provocado por la ley o las instituciones. El escándalo supone una lesión a la justicia pues el prójimo resulta por él dañado. LA COOPERACIÓN AL MAL Es la participación en el acto malo de otra persona, y puede ser: Formal: si se concurre a la mala intención. Material, cuando sólo se coopera en la ejecución de la obra mala. LOS EFECTOS SECUNDARIOS DE LA OMISIÓN Y LA COOPERACIÓN AL BIEN En la medida en que una persona tiene un mayor peso social, los efectos secundarios de sus omisiones adquieren una relevancia mayor. También es cierto que hoy, en virtud de la enorme interdependencia y comunicación entre los hombres, se hace menos fácil predecir todos los alcances que sucederán a una omisión. RESPONSABILIDAD DE LAS IMISIONES Ya en el siglo XIV estableció Juan de Santo Tomás el criterio de la responsabilidad de una omisión. Son omisiones culpables aquellas que resultan advertidas y debidas: Advertidas, si el que actúa no se percata, inculpablemente, de algo que debe hacer, la omisión es moralmente irrelevante. Debidas, si corresponde en razón del oficio actuar en ese caso. LA COOPERACIÓN EN LAS ESTRUCTURAS DEL BIEN La persona humana, en virtud de la solidaridad con el resto de sus semejantes, encuentra un amplio campo en la actuación positiva, superando el egoísmo de la omisión al colaborar en la formación y consolidación de las estructuras del bien. El hombre está condicionado por la estructura social en la que vive. |