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La naturaleza humana es el fundamento de la ética

La naturaleza humana es el fundamento de la ética



02 de septiembre de 2012 15:40:54 horas

La  naturaleza humana es el fundamento de la ética

 

Por:  Lic. Lizbeth Adriana Castillejo Barragán

 

clip_image001      Concepto de naturaleza humana

La naturaleza humana es un tema capital en el presente momento histórico. Filosóficamente, es seguramente el concepto más importante, pues trasciende directa y polémicamente a las demás esferas del saber y del conocimiento de la realidad.

 

clip_image001[1]      La naturaleza es una realidad dinámica

 

La pérdida de la realidad” de que hablan los filósofos, el pensamiento utópico, la difusión de la increencia que preocupa a los teólogos, el nihilismo, el mismo pensamiento débil, la persistente vigencia del modo de pensamiento ideológico que ha sustituido las periclitadas ideologías mecanicistas del pasado, que lo habían suscitado, por las bioidelogías, o los mismos derechos humanos como ideología que merma o sustrae al Derecho su función social garantista, y la disputa sobre los derechos de los animales que está en sus comienzos, basada en la gran coincidencia de los genes humanos y los de algunos otras especies como los monos, etc., etc., sin duda tienen que ver con ello. El concepto naturaleza humana ha trascendido ampliamente el ámbito filosófico y se ha vuelto polémico debido a su uso político implícito o explícito en la era de la politización.

 

clip_image001[2]      La naturaleza humana es el fundamento próximo al hombre

 

La pregunta ¿qué es el hombre? Busca aquello que todos tenemos en común. A esto se le suele llamar esencia o naturaleza. El debate acerca de qué es la "naturaleza humana" (y si realmente es, existe, de algún modo) ha dado lugar a interpretaciones tan variadas y a polémicas tan inacabables que, antes de estudiar en qué consiste, se hace preciso esclarecer los conceptos de naturaleza en general, y naturaleza humana en particular. Estamos en un terreno donde conviene despejar los equívocos.

 

clip_image001[3]      La naturaleza humana es el fundamento próximo del orden ético

 

Hemos dicho que el bien consiste para el hombre en la rectitud de su obrar. Es importante, para ello, comprender con profundidad la verdad plena o integral de la naturaleza humana.

 

clip_image001[4]      Dios es el fundamento último del orden ético.

 

Si el orden tiene como fundamento la naturaleza humana, y dios es el autor de esta. Puede afirmarse que, en último termino, dios es el fundamento del orden ético o moral.

 

 

clip_image001[5]      Las diversas concepciones de la naturaleza humana dan origen a diversas concepciones de la ética:

 

Ética hedonista o epicureísta

 

“Lo bueno para el hombre es lo agradable, el placer”

 

La suma de esta ética afirma la licitud de todo aquello que sea grato. Confunde el bien placentero con el bien moral.

 

Ética estoica

 

“El bien supremo es la serenidad de ánimo”

 

El ideal del filósofo estoico se reduce a una doble máxima:

“sustine” (resiste, soporta)

“abstine” (abstente, prívate)

 

Ética consecuencialista

 

Es una postura ética muy en boga en la actualidad y afirma que:

“La bondad o maldad de los actos depende de las consecuencias que de ellos se sigan”.

La ética consecuencialista no considera la realidad de actos intrínsecamente malos, es decir, aquellos que por sí y en sí, independientemente de sus efectos posteriores, son contrarios al desarrollo en plenitud de la naturaleza humana. En definitiva, defiende el falso principio de que “el fin justifica los medios”. Esta postura ética se ha dado en llamar “ética del mercado”, ya que sus principales planteamientos actuales se centran en la consecución de los mayores beneficios alcanzaban en la economía de mercado.

Critica de la ética consecuencialista

 

Configurado por la economía de mercado, el consecuencialísimo como criterio ético ha ido asumiendo carta de ciudadanía en las empresas modernas.

Veamos las razones por las cuales es inaceptable el consecuencialísimo ético.

PRIMERA: El hombre ha de saber que actúa bien o mal al comienzo de su acción, y no al final, cuando ya fue realizada y es irremediable. Las consecuencias se dan al término de la acción y, en el mejor de los casos, podemos saber a posteriori, a partir de ellas, si la acción es buena o no.

SEGUNDA: La bondad o maldad de una acción basada sólo en sus futuras consecuencias no puede constituirse en criterio de moralidad ya que en toda acción voluntaria y libre las consecuencias no ocurren infaliblemente.

TERCERA: Las consecuencias que resultan de una acción están necesariamente integradas dentro de la totalidad de ocurrencias del universo entero.

 

Ética de situación:

 

“La moralidad de una acción depende de la situación en que se encuentre el sujeto que actúa”

Este sistema ético niega en su raíz la existencia de categorías universales.

La ética de situación olvida que la misma inteligencia que formula el juicio actual de la conciencia conoce también verdades y principios morales de naturaleza general, valederos para toda situación.

 

Ética de actitudes:

“Lo importante es haber decidido una actitud general hacia el bien. Las obras singulares no tienen especial relevancia”.

Ella olvida que la libertad del hombre es la libertad de un ser inmerso en el tiempo y en el espacio. No es posible decidir la vida moral en un solo acto y opción, sino a lo largo de la existencia, con muchos actos que poco a poco enderezan la voluntad hacia el bien.

Ética  proporcionalista:

Pretende obtener los criterios  de rectitud de un obrar determinado con base en la proporción reconocida entre los efectos buenos y malos que se seguirían de tal proceder.

La moralidad  se determinaría con base al “bien más grande” o el “menor”.

Estos postulados éticos constituyen “falsas soluciones”, vinculados particularmente a una comprensión inadecuada del objeto del acto moral.

Ética realista o ética aristotélica- tomista:

Esta Ética suele denominarse Ética Realista, o también, en recuerdo de sus principales  sistematizadotes, Ética aristotélica- tomista.

Aristóteles dice que la felicidad humana radica en el cabal ejercicio de aquellas facultades que especifican su naturaleza: su inteligencia y su voluntad libre.

También decía que se es razonable, se es feliz.

Tomás de Aquino, perfecciona ésta formulación ética.

Con la ética aristotélica- tomista el cuerpo doctrinal cristiano se sustenta con firmeza, y sus desarrollos teológicos quedan entrelazados. Esta Ética no es verdadera porque lo dice la fe cristiana, sino que la fe cristiana la adopta porque es verdadera.

 

 



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