*“El número de eventos también ha ido disminuyendo y la energía sísmica que liberan dichas exhalaciones es baja si se compara con otros periodos eruptivos”, dijo Raúl Arámbula Mendoza, del Centro Universitario de Estudios e Investigaciones Vulcanológicas. Durante el sobrevuelo realizado la mañana de este martes 25, Carlos Navarro Ochoa, investigador de la Universidad de Colima, encontró que el Volcán de Fuego sigue en fase destructiva, pero estable, agrandando el diámetro del cráter y profundizándolo con cada una de las más de diez explosiones que tiene a diario. El diámetro, añadió, mide poco más de 270 metros y la profundidad del cráter es de más de 60 metros, cuando apenas hace unos quince días medía cerca de los 40 metros. En cuanto al diámetro, dijo que se acerca al que provocó la erupción de 1913, cuando llegó a medir 350 metros. Durante el vuelo en el helicóptero del Gobierno del Estado de Colima, pilotado por el capitán Gabriel Rábago, Navarro Ochoa notó que el flujo de lava por la parte sur, en la barranca de Monte Grande, llegó casi a la misma distancia que el flujo de las erupciones de 1998-1999, incluso unos cien metros más. Dijo también que, para tener una lectura completa de la tendencia que presenta el comportamiento del volcán, es necesario considerar todos los parámetros posibles, como serían los de sismicidad, de gases, deformación del edificio y la visual, ya que si sólo se tiene uno de ellos, el visual, y se ve que las plumas de las exhalaciones llegan alto, se podría creer que el volcán aumentó su intensidad cuando eso sólo indica que en esta época del año el viento no sopla fuerte en la cima del volcán, por eso la columna sube tanto. Raúl Arámbula Mendoza, también investigador del Centro Universitario de Estudios e Investigaciones Vulcanológicas (CUEIV) de la Universidad de Colima, en una entrevista aparte sobre el mismo tema, dijo que la actividad sísmica en el volcán ha ido disminuyendo. “Prácticamente no tenemos derrumbes asociados al movimiento del flujo de lava”, dijo. Añadió que “la situación en el volcán es estable y con una ligera tendencia a la baja. Sólo tenemos explosiones de baja intensidad y exhalaciones que pueden durar algunos minutos y arrojan ceniza principalmente hacia el lado oeste. Las exhalaciones o desgasificaciones duran cuatro o cinco minutos, y como la velocidad del viento es baja en la cima, las plumas pueden ascender tres y hasta cuatro kilómetros”. Además, dijo, el número de eventos también ha ido disminuyendo y la energía sísmica que liberan dichas exhalaciones es baja si se compara con otros periodos eruptivos. Sin embargo, advirtió que aunque la tendencia es hacia la baja, “como siempre, el volcán es el que tiene la última palabra. No se pueden hacer pronósticos a largo plazo, ya que podemos volver a tener un repunte de la actividad”. Recordó que, en la Universidad de Colima, el parámetro de sismicidad se mide desde 1989. “Es la principal herramienta con la que se han hecho pronósticos de erupciones. Entre más volumen de magma se esté moviendo bajo un edificio volcánico, mayor es la sismicidad”. Por último, tanto él como Carlos Navarro recomendaron no acercarse mucho ni permanecer en la barranca de Monte Grande, ya que el material volcánico que llegó hasta ese lugar aún no está compactado y permanece caliente en algunas partes. Con lluvia, ese material suelto podría ser arrastrado con gran fuerza por el agua y representar un peligro para quien se encuentre cerca.
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