“La única razón por la que eres feliz es porque tú decides ser feliz” Miguel Ruíz Un acuerdo es una decisión, una elección consensuada entre dos o más personas, en lo referente a un tema. Existen, por ejemplo, los acuerdos prenupciales, familiares, comerciales, políticos, internacionales, etcétera. Son un punto de referencia que nos sirve para darnos las pautas a seguir o cambiar la dirección. Nos proporciona reglas de conducción en las que estamos conformes. Cuando aceptamos un acuerdo, sea cual sea, lo almacenamos en nuestra mente y lo creemos. Y a partir de ahí, trazamos nuestro eje valorativo para interpretar el mundo y lo que vivimos. Los acuerdos que tomamos, construyen nuestro sistema de creencias. Si nos remontamos a la infancia, descubrimos una serie de ideas que nos fueron enseñadas, digamos que impuestas, por la familia, la escuela, el Estado, la Iglesia, las amistades, y con las que no tuvimos oportunidad de discernir. Y esto respecto a muchos temas, desde cómo deben ser las mujeres y hombres, qué es el amor, el miedo, la superación, la moral, dios, el pecado, la religión, la muerte, la educación, el gobierno, el trabajo, el dinero, la sociedad. La información del mundo fue filtrada a través de las opiniones, y del acuerdo tácito (muchas veces) con dichas ideas. Y éstas impactaron, desde luego, en nuestras creencias y emociones. En nuestra forma de vivir, en nuestra forma de ser. Fuimos domesticados con ideas, fuimos controlados al estilo Pavloviano, con la esperanza del premio y el temor del castigo. Esto nos llevó a comportarnos de ciertas maneras para conseguir la aprobación de los demás, nos condujo a jugar a ser quiénes no somos en verdad, por el miedo a no entrar en las expectativas de los demás. Al grado que, en la soledad de nuestra intimidad, nosotros mismos nos juzgamos cuando incumplimos ciertas reglas. Cuando no cubrimos nuestras expectativas, construidas con información del exterior. Lo interesante es que nuestra vida depende de los acuerdos que elegimos tomar. Cada persona elige en qué creer, consciente o inconscientemente. Y solo basta una decisión para cambiarlo. Las creencias no son estáticas, sino dinámicas, se forman y conforman con la información que recibimos, con las ideas en las que estamos de acuerdo. Y en cualquier momento, también, las podemos reemplazar. Y entonces nuestra vida se transforma. Y para lograrlo, el Dr. Miguel Ruíz en su libro ‘Los 4 acuerdos’, propone una cosmovisión extraída de la antigua sabiduría tolteca, de lo que el ser humano debería hacer para estar en equilibrio personal. Y se basa en lo siguiente: -
Sé impecable con tus palabras. La palabra es el instrumento con el que creamos nuestras ideas. La palabra tiene el poder de crear y de destruir, de enamorar y de odiar, de bendecir y maldecir, de unir y separar, de lastimar y acariciar. Todo depende de lo que hagamos con ellas. Liberarnos o esclavizarnos. Por eso es importante darnos cuenta de cuáles son las palabras que más utilizamos en nuestra vida cotidiana, porque son las que forman nuestra realidad. Y si nuestra realidad no nos gusta, entonces cambiemos las palabras. En lugar de quejarnos, mejor agradezcamos, en lugar de criticar negativamente, hazlo de forma constructiva, en lugar de resaltar tus errores, enfócate en tus aciertos. En la medida en que modifiquemos nuestras palabras, cambiaremos nuestros pensamientos y nuestras acciones. -
No te tomes nada personalmente. Lo que las personas dicen de ti, no alcanza a describirte. Las personas ven imágenes, un conjunto de signos provenientes de ti, que interpretan de acuerdo a su sistema de creencias y valores. Es decir, ideas. Ideas que no son la realidad, sino solo una versión mental de ella. ¿Por qué estar de acuerdo entonces, con una mentira, cuando solo tú sabes cómo es tu realidad? Piénsalo. Cuando te tomas las cosas personalmente, te ofendes y reaccionas a la defensiva mostrando tus creencias y esto crea más conflicto. Incluso si las personas tratan de ofenderte, no eres tú su motivo, sino son ellas quienes no encuentran una mejor manera de canalizar lo que sienten, y por eso se descargan con quien esté enfrente. Tratan de sacar la furia que los corroe por dentro. Realmente nada de lo que hacen los demás, es por uno, lo hacen por ellos mismos. -
No hagas suposiciones. El problema con este punto, es que al crear suposiciones, ya estás creyendo en ellas. Interpretamos lo que vemos, y cuando algo no entendemos, nos ayudamos de la imaginación para crear, suponer un significado. Y así vamos por el mundo, construyendo significados y creyendo en nuestras creaciones. Así creemos, por ejemplo, que nuestra pareja porque nos conoce, debe también suponer lo que nosotros queremos y/o pensamos, o nuestra familia, o amistades. Incluso el mundo, creemos que el mundo ve la vida como nosotros. Y no es así. Es preferible preguntar, aunque hayamos aprendido que preguntar es peligroso y que quienes nos aman deben saber lo que sentimos, siempre, ten el valor de preguntar, así saldrás del juego de suponer. -
Has siempre lo máximo que puedas. Significa esforzarse, no extralimitarse. Significa hacer lo que haces lo mejor que puedes, siempre. Y esto también es dinámico. Lo que rendiste ayer es diferente de lo que rindes ahora, porque el rendimiento depende de cómo te sientes. Tanto si te sientes enfermo como si te sientes sano, has lo mejor que puedas, no te exijas ni juzgues buscando siempre el mismo resultado, porque cada día es y eres diferente. Así que expresa lo que cada día eres, pero hazlo lo mejor que puedas. La clave es hacer lo que te gusta, lo que disfrutas, ya que si no te provoca placer lo que haces, no harás lo máximo, te enfadarás, te irritarás, te desgastarás. Busca tu expresión, muévete hacia la acción. Has lo máximo que puedas, con intensidad y disfrute por ello. La libertad es ser quienes somos, no ser las expectativas ni las creencias de alguien más. Para ello tendrás que esforzarte en conocerte, en confrontarte con las ideas que crees tuyas y que te provocan displacer o cualquier emoción negativa. Analiza lo que piensas, lo que tomas del exterior como tu verdad. Las personas tenemos el derecho natural de ser felices, y de buscar lo que nos provoque dicho estado. Siendo felices es como realmente expresamos nuestra esencia y nuestra voz interna. Ser feliz es una elección en la que fluye la vida, el amor en acción. Avila, Soydeth. (2015). Acuerdos. Revista Vida & Mujer, 5 (66). Recuperado desde: https://issuu.com/revistavidaymujer/docs/revista_vida_y_mujer_febrero_2015_w |