El fracaso de la siembra es la falta de riego. Cuando las semillas son pequeñas y el tipo de riego es de gotas grandes, el agua pega en la tierra causando que al secarse se forme una costra que impide que las nuevas plantas puedan brotar, Al comenzar a regar después de sembrar hay que humedecer con regadera de gota fina para luego seguir haciéndolo dos o tres veces por semana, y tal vez más si el suelos es arenoso. Lo importante es regar cuando las plantas necesitan agua y no de acuerdo a nuestra conveniencia. Se debe regar con menos frecuencia pero un periodo más prolongado que regar en tiempos cortos y con grandes cantidades de agua. Esto permite que las raíces de las plantas crezcan a mayor profundidad produciendo un sistema de raíces grande y fuerte, el cual a su debido tiempo absorberá mas nutrientes y producirá una planta más saludable. |