Diccionario, - Bellini, Vincenzo Fecha de Nacimiento: 1 de noviembre de 1801 en Catania, Sicilia Fecha de Muerte: 23 de septiembre de 1835 en París Nacionalidad: Italiano Período: Romántico Biografía: Bellini vivió la mayor parte de su niñez y aprendió música con su abuelo, quien era compositor-organista. Un noble siciliano, sorprendido por el talento del muchacho, persuadió al abuelo que le permitiera enviar al pequeño Vincenzo a Nápoles y pagar una educación musical en la ciudad. En 1819 Bellini comenzó a estudiar en el Real Colegio di Musica di San Sebastiano que dirigía uno de los más famosos profesores de la época, Zingarelli. Entre los compañeros de Bellini estaba Mercadante y en un comienzo el muchacho fue ubicado en la clase de principiantes. Un año y medio después Zingarelli reconoció las aptitudes del muchacho y en 1824 le nombró Primo Maestrino (un profesor que enseñaba a los principiantes), lo que además le permitió acceder a una habitación propia (lo que en aquellos conservatorios semi-militares era todo un privilegio). En el conservatorio también conoció a quien sería un amigo de toda la vida, Florimo, con quien mantuvo una nutrida correspondencia después de trasladarse primero a Milán y luego a París. Estas cartas se convirtieron en una importante aunque problemática fuente de información sobre la vida privada y la personalidad de Bellini tras su muerte. Estando aún en la academia, Bellini estrenó su primera obra escénica en 1825: “Adelson e Salvini”. Entre los presentes se encontraba el célebre empresario Barbaia, quien manejaba en ese tiempo La Scala de Milán, el San Carlo de Nápoles y otros teatros más pequeños. El empresario le encargó una ópera para el San Carlo. El resultado, “Bianca e Fernando”, se presentó en 1826 y encontró excelente acogida del público napolitano. Barbaia quiso otra ópera, esta vez para La Scala. En 1827 se trasladó a Milán y conoce al libretista Felice Romani, con quien colaboraría en casi todas sus óperas. La tercera ópera de Bellini fue “Il pirata” y tuvo una acogida entusiasta en La Scala. En ella aparece por primera vez un estilo original basado en simples líneas melódicas con pocos adornos vocales. La ópera fue presentada en París y al poco tiempo fue escuchada en todas las capitales de Europa. Sólo entonces Bellini decidió permanecer en Milán. El triunfo de “Il Pirata” abrió las puertas de la sociedad, primero de Milán y luego de Génova, pero más importante que esos contactos aristocráticos fue la amistad surgida con Francesco y Mariana Pollini, dos buenos amigos de Zingarelli a quienes conoció a través de Mercadante. Ellos eran viejos músicos sin hijos y se convirtieron en una verdadera familia para Bellini. El joven siempre era bienvenido en su casa y durante un tiempo en el que estuvo enfermo ellos le atendieron. Con los años Vincenzo se convirtió en el hijo que ellos nunca tuvieron. También fueron importantes la cantante milanesa Giuditta Pasta y su marido Giuseppe, a quienes conoció alrededor de agosto de 1828. La casa de Giuditta era un lugar de encuentro intelectual y allí conoció a otra gente importante, incluyendo a Giuditta Turina, una joven mujer casada con la que comenzó un apasionado romance. El 14 de febrero de 1829 se estrenó en La Scala la cuarta ópera de Bellini, “La Straniera”. Nuevamente es todo un éxito y la audiencia sintió que con su estilo simple Bellini estaba comenzando una nueva era en la ópera italiana. Sin embargo, su siguiente ópera, “Zaira”, fue todo un fracaso al ser presentada en un nuevo teatro de Parma en mayo, pero consciente de la calidad de su música, Bellini decidió usar parte de ella en una nueva obra. La Fenice le encargó una ópera para la temporada de carnaval de 1831, pero como la obra encargada para 1830 a otro compositor no estuvo lista a tiempo, rápidamente se le solicitó a Bellini una ópera. En poco más de un mes estructuró una partitura “a la manera de Rossini”, es decir, empleando música de una creación temprana. Así aparece en 1830 su sexta ópera, “I Capuleti ed I Montecchi”, cuyo brillante suceso en La Fenice se debió no sólo a lo famoso de su contenido, la historia de Romeo y Julieta, sino también a la calidad de la partitura, que retoma un estilo más florido y decorativo dentro de las líneas melódicas simples características del autor. Toda esa actividad, que le obligó a componer más de diez horas al día, unida a la estadía en Venecia, deterioró la salud de Bellini. Enfermó de disentería y cuando retornó a Milán fue atendido por los Pollini. “Sin su cuidado”, dijo Bellini más tarde, “no habría sobrevivido a la enfermedad”. Un período de descanso a orillas de lago Como motivó la creación de la primera obra maestra de Bellini reconocida mundialmente. En 1831 compone para La Scala su séptima ópera, “La Sonámbula”. Con ella confirma un sitial de privilegio, no sólo en su época, sino también para la posteridad. Muchas óperas del “bel canto” fueron rechazadas durante la segunda mitad del siglo XIX y su redescubrimiento comenzó solamente en la segunda mitad del siglo XX. Sin embargo, esta ópera, La Sonámbula, y otra que le siguió, permanecieron en el repertorio a través de todo el siglo y medio que pasó desde su estreno. La otra fue estrenada el 26 de diciembre de 1831, era la octava del autor u se tituló “Norma”. Si bien el estreno en La Scala resultó todo un fiasco y pasaron algunas presentaciones para que la audiencia comenzara a apreciarla, cuando finalmente fue aceptada, lo fue para siempre, accediendo de inmediato a los principales escenarios y logrando, desde entonces, un sostenido lugar en el repertorio. La siguiente ópera de Bellini fue “Beatrice di Tenda”. Se estrenó en La Fenice en marzo de 1833 y su fracaso provocó un quiebre en la amistad de Bellini y Romani. Por la misma época concluyó el romance con Giuditta. El amorío fue hecho público, ella dejó a su marido, el divorcio era inminente y Bellini, asustado por el compromiso y quizás con menos interés en ella, no la acompañó en esos momentos difíciles. Vincenzo viajó a Londres en un intento por conseguir un contrato como director o compositor de ópera. Pero no sabía inglés y no le interesó aprender el idioma. Además encontró que Londres no era lo que buscaba, ya que la temporada de ópera era muy corta. El clima era imposible y la audiencia no aceptaría su música con entusiasmo hasta varios años después. Entretanto encontraban a Norma muy ruidosa, Los capuletos era incluso peor y el mismo Bellini era visto como un compositor de tercera clase. Su permanencia en Londres duró hasta mediados de agosto de 1833, allí conoció a la condesa Granville, que promocionaría su carrera en París, y vio a la soprano Maria Malibran cantando su Sonámbula, la única obra suya que había sido un éxito en Londres ese año. En agosto de 1833 llegó a París, una ciudad glamorosa y atractiva, el centro de la cultura, el comercio y la sociedad. Bellini entabló importantes contactos, sobretodo con Rossini, quien entonces era el dios gobernante de la ópera italiana en Francia (a pesar de que Rossini no había compuesto una ópera en cuatro años y los rumores decían que no escribiría más). Comenzó a trabajar en una ópera para el Theatre-Italien con el apoyo y la atención de Rossini. El resultado fue su décima y última ópera, “I Puritani”, la que estrenó el 25 de enero de 1835 logrando enorme éxito. Por fin cumplió su sueño de conquistar París. Pero el resto de 1835 estuvo lleno de dudas. Consideró la posibilidad de componer otra ópera. Envío cartas de reconciliación a Felice Romani y huyó de la ciudad cuando Giuditta Turina, su antiguo amor, planeó visitar París. Ella nunca lo hizo. Bellini estaba fatigado y durante la última parte del año recayó de disentería. Visitó a sus amigos británicos, Mr. y Mrs. Levy en su casa en Puteaux... nunca dejó esta casa... la enfermedad empeoró y el 23 de septiembre falleció. Rossini y muchos amigos asistieron al funeral. Fue enterrado en París y en 1876 sus restos fueron trasladados a Catania.Enciclopedia, México, Colima, Revista Electronica Fumarola, Noticias LeeColima, Lee Colima

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Fecha de Nacimiento: 1 de noviembre de 1801 en Catania, Sicilia 
Fecha de Muerte: 23 de septiembre de 1835 en París

Nacionalidad: Italiano

Período: Romántico

Biografía:

Bellini vivió la mayor parte de su niñez y aprendió música con su abuelo, quien era compositor-organista. Un noble siciliano, sorprendido por el talento del muchacho, persuadió al abuelo que le permitiera enviar al pequeño Vincenzo a Nápoles y pagar una educación musical en la ciudad. En 1819 Bellini comenzó a estudiar en el Real Colegio di Musica di San Sebastiano que dirigía uno de los más famosos profesores de la época, Zingarelli.

Entre los compañeros de Bellini estaba Mercadante y en un comienzo el muchacho fue ubicado en la clase de principiantes. Un año y medio después Zingarelli reconoció las aptitudes del muchacho y en 1824 le nombró Primo Maestrino (un profesor que enseñaba a los principiantes), lo que además le permitió acceder a una habitación propia (lo que en aquellos conservatorios semi-militares era todo un privilegio).

En el conservatorio también conoció a quien sería un amigo de toda la vida, Florimo, con quien mantuvo una nutrida correspondencia después de trasladarse primero a Milán y luego a París. Estas cartas se convirtieron en una importante aunque problemática fuente de información sobre la vida privada y la personalidad de Bellini tras su muerte.

Estando aún en la academia, Bellini estrenó su primera obra escénica en 1825: “Adelson e Salvini”. Entre los presentes se encontraba el célebre empresario Barbaia, quien manejaba en ese tiempo La Scala de Milán, el San Carlo de Nápoles y otros teatros más pequeños. El empresario le encargó una ópera para el San Carlo. El resultado, “Bianca e Fernando”, se presentó en 1826 y encontró excelente acogida del público napolitano.

Barbaia quiso otra ópera, esta vez para La Scala. En 1827 se trasladó a Milán y conoce al libretista Felice Romani, con quien colaboraría en casi todas sus óperas. La tercera ópera de Bellini fue “Il pirata” y tuvo una acogida entusiasta en La Scala. En ella aparece por primera vez un estilo original basado en simples líneas melódicas con pocos adornos vocales. La ópera fue presentada en París y al poco tiempo fue escuchada en todas las capitales de Europa. Sólo entonces Bellini decidió permanecer en Milán.

El triunfo de “Il Pirata” abrió las puertas de la sociedad, primero de Milán y luego de Génova, pero más importante que esos contactos aristocráticos fue la amistad surgida con Francesco y Mariana Pollini, dos buenos amigos de Zingarelli a quienes conoció a través de Mercadante. Ellos eran viejos músicos sin hijos y se convirtieron en una verdadera familia para Bellini. El joven siempre era bienvenido en su casa y durante un tiempo en el que estuvo enfermo ellos le atendieron. Con los años Vincenzo se convirtió en el hijo que ellos nunca tuvieron.

También fueron importantes la cantante milanesa Giuditta Pasta y su marido Giuseppe, a quienes conoció alrededor de agosto de 1828. La casa de Giuditta era un lugar de encuentro intelectual y allí conoció a otra gente importante, incluyendo a Giuditta Turina, una joven mujer casada con la que comenzó un apasionado romance.

El 14 de febrero de 1829 se estrenó en La Scala la cuarta ópera de Bellini, “La Straniera”. Nuevamente es todo un éxito y la audiencia sintió que con su estilo simple Bellini estaba comenzando una nueva era en la ópera italiana. Sin embargo, su siguiente ópera, “Zaira”, fue todo un fracaso al ser presentada en un nuevo teatro de Parma en mayo, pero consciente de la calidad de su música, Bellini decidió usar parte de ella en una nueva obra.

La Fenice le encargó una ópera para la temporada de carnaval de 1831, pero como la obra encargada para 1830 a otro compositor no estuvo lista a tiempo, rápidamente se le solicitó a Bellini una ópera. En poco más de un mes estructuró una partitura “a la manera de Rossini”, es decir, empleando música de una creación temprana.

Así aparece en 1830 su sexta ópera, “I Capuleti ed I Montecchi”, cuyo brillante suceso en La Fenice se debió no sólo a lo famoso de su contenido, la historia de Romeo y Julieta, sino también a la calidad de la partitura, que retoma un estilo más florido y decorativo dentro de las líneas melódicas simples características del autor.

Toda esa actividad, que le obligó a componer más de diez horas al día, unida a la estadía en Venecia, deterioró la salud de Bellini. Enfermó de disentería y cuando retornó a Milán fue atendido por los Pollini. “Sin su cuidado”, dijo Bellini más tarde, “no habría sobrevivido a la enfermedad”.

Un período de descanso a orillas de lago Como motivó la creación de la primera obra maestra de Bellini reconocida mundialmente. En 1831 compone para La Scala su séptima ópera, “La Sonámbula”. Con ella confirma un sitial de privilegio, no sólo en su época, sino también para la posteridad.

Muchas óperas del “bel canto” fueron rechazadas durante la segunda mitad del siglo XIX y su redescubrimiento comenzó solamente en la segunda mitad del siglo XX. Sin embargo, esta ópera, La Sonámbula, y otra que le siguió, permanecieron en el repertorio a través de todo el siglo y medio que pasó desde su estreno.

La otra fue estrenada el 26 de diciembre de 1831, era la octava del autor u se tituló “Norma”. Si bien el estreno en La Scala resultó todo un fiasco y pasaron algunas presentaciones para que la audiencia comenzara a apreciarla, cuando finalmente fue aceptada, lo fue para siempre, accediendo de inmediato a los principales escenarios y logrando, desde entonces, un sostenido lugar en el repertorio.

La siguiente ópera de Bellini fue “Beatrice di Tenda”. Se estrenó en La Fenice en marzo de 1833 y su fracaso provocó un quiebre en la amistad de Bellini y Romani. Por la misma época concluyó el romance con Giuditta. El amorío fue hecho público, ella dejó a su marido, el divorcio era inminente y Bellini, asustado por el compromiso y quizás con menos interés en ella, no la acompañó en esos momentos difíciles.

Vincenzo viajó a Londres en un intento por conseguir un contrato como director o compositor de ópera. Pero no sabía inglés y no le interesó aprender el idioma. Además encontró que Londres no era lo que buscaba, ya que la temporada de ópera era muy corta. El clima era imposible y la audiencia no aceptaría su música con entusiasmo hasta varios años después. Entretanto encontraban a Norma muy ruidosa, Los capuletos era incluso peor y el mismo Bellini era visto como un compositor de tercera clase.

Su permanencia en Londres duró hasta mediados de agosto de 1833, allí conoció a la condesa Granville, que promocionaría su carrera en París, y vio a la soprano Maria Malibran cantando su Sonámbula, la única obra suya que había sido un éxito en Londres ese año.

En agosto de 1833 llegó a París, una ciudad glamorosa y atractiva, el centro de la cultura, el comercio y la sociedad. Bellini entabló importantes contactos, sobretodo con Rossini, quien entonces era el dios gobernante de la ópera italiana en Francia (a pesar de que Rossini no había compuesto una ópera en cuatro años y los rumores decían que no escribiría más).

Comenzó a trabajar en una ópera para el Theatre-Italien con el apoyo y la atención de Rossini. El resultado fue su décima y última ópera, “I Puritani”, la que estrenó el 25 de enero de 1835 logrando enorme éxito. Por fin cumplió su sueño de conquistar París. Pero el resto de 1835 estuvo lleno de dudas.

Consideró la posibilidad de componer otra ópera. Envío cartas de reconciliación a Felice Romani y huyó de la ciudad cuando Giuditta Turina, su antiguo amor, planeó visitar París. Ella nunca lo hizo. Bellini estaba fatigado y durante la última parte del año recayó de disentería. Visitó a sus amigos británicos, Mr. y Mrs. Levy en su casa en Puteaux... nunca dejó esta casa... la enfermedad empeoró y el 23 de septiembre falleció. Rossini y muchos amigos asistieron al funeral. Fue enterrado en París y en 1876 sus restos fueron trasladados a Catania.

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