Autor Minerva Maciel Morán Cuantas ocasiones caminamos sobre las calles, banquetas, camellones, sin ver que podemos encontrar de asombroso en ellas. La capacidad de observación involuciona cada vez que nos perdemos en lo material de la vida. Pero quien se imaginaría que en un pedazo perdido de cemento se hallen vestigios de vida. Vida que dejo de existir, pero perdura en la memoria de aquellos que aún encuentran el sentido de su existencia. Esto ocurrió hace unos meses, no se sabe si es fantasía o realidad, o el mundo que soñamos que sea, sin embargo sucedió en aquella ciudad de tallos altos que con sus hojas cobijan la dulzura que se guarda en el cocotero. Ella estaba, jugando en el patio de su casa haciendo figuras de plastilina sobre una tabla grande y plana donde tenía un ejercito de distintos personajes desde perros, peces, leones, cocodrilos, dinosaurios, caballos, burros, la luna, estrellas, niños, hasta pequeños insectos…. cuando un ruido proveniente detrás de un árbol de naranjo hizo que despertará su curiosidad y se acercara, encontrando tirado sobre una maceta de rosal una roca que le hablaba. Al escuchar la niña que la roca la llamaba por su nombre corrió en busca de su mamá llena de espanto, con sus grandes ojos negros que brillaban de miedo. Lucía al ver a la pequeña Donají temblando, la abrazo fuerte y cuando pudo tranquilizarla escuchó lo que había pasado en el patio. Por precaución Lucía le pidió a Donají que se quedara adentro de la casa. En busca de esa roca que hablaba, y que tan insistentemente llamaba a Donají. Al llegar a la maceta del rosal se percató que no había ninguna roca. Pensando en voz alta, Lucía dijo -¿De que roca habla esta niña?- Aquí estoy, detrás de ti, respondió un poco tímida la piedra-. Entonces Lucía quedó paralizada envolviéndose en una niebla oscura. – ¡No te asustes!, no voy hacerte daño, vengo a pedirles ayuda, dijo la roca. Donají escuchó desde la casa lo que mencionaba la roca y no tuvo miedo de ir hacia ella. –Hola, ¿qué eres?, ¿por qué hablas?, ¿solo eres una roca?-. Lucía de inmediato tomó a la niña del brazo tratando de alejarla de esa misteriosa roca.- ¡No, no! No te vayas, soy una Amonita atrapada en esta roca, mírame bien. -. Al oír lo que mencionaba la piedra, la expresión de incertidumbre de Lucía cambió drásticamente, al recordar lo que significaba la palabra Amonita. Con cautela Lucía y Donají vuelven acercarse a la roca. .- Lucía es una doctora en paleontología que está realizando una investigación sobre las amonitas (Ammonoidea), que son un grupo de moluscos que existieron en los mares de la era de los Dinosaurios. -Y las elegimos para que nos salven, dice la angustiada roca-. ¿Pero de qué las debemos de salvar?, si ustedes dejaron de existir hace millones años y ahora son unos fósiles que se encuentran dentro de las rocas y montañas, habla insistentemente Lucía-. Cuando se escucha -¡Basta, ya!, no se de que hablan -. La roca mira a la mamá de Donají.- Disculpa, amor, hablamos de un tema que todavía no has visto en la escuela, eres pequeña, estás en tercero de primaria-.- ¿Y eso qué mamá?, responde un poco molesta Donají-.- Está bien, te explicaremos-. La roca propone que sería fantástico que fueran con ella al mundo de la historia natural de nuestro planeta Tierra, donde se hallan un grupo de inimaginables fósiles de amonitas que viven a través de la imaginación, -¡le fascinará a Donají!-. Tomando la roca sobre sus manos, la paleontóloga y la niña atraídos por el espiral de la concha fueron jaladas por una fuerza electromagnética que las hizo aterrizar entre grandes coníferas- Mira, que grandes árboles, se parecen a los pinos, mamá-. Emocionadas por estar en la Era Mesozoica empezaron a correr llenándose de todo el aire puro que se extendía en su cuerpo encontrándose con plantas que florecían y gigantescos helechos, a lo lejos Lucía divisó a unos pequeños animales. – Mira Donají, alcanzas a ver aquellos animalitos de largo cuerpo, extremidades cortas y garras filosas-.- ¡Sí, mamá!-.- Son los primeros mamíferos primitivos en la historia de la Tierra-. – ¡Son muy pequeñitos, mamá!-. –Así es Donají, hace poco en China descubrieron un fósil similar al que estamos viendo-. – ¿Cómo la roca, perdón la amonita que está con nosotros?-. – ¡Mmm!, no te preocupes, en verdad somos fósiles-. – ¿Mamá y los Dinosaurios? –Vengan, las llevaré a ver animales que jamás volverán a ver, expresa feliz la roca–. – ¡Pero venimos ayudarte!, menciona angustiada Lucía-.- Si, es verdad, no podemos dejar pasar más tiempo-. – Es cierto Donají, vamos con las demás amonitas, responde entusiasmada la roca-. Las tres partieron hacia un importante momento histórico del mundo natural de la Tierra. Contemplaban lo que sus ojos alcanzaban apreciar en el cielo azul que se adornaba de grandes reptiles voladores de cabeza ancha, de escasa cola, con cresta y sin dientes, a esta ave la llamaron Pteranodon. Pudieron tocar huevos de un Ornitópodo, estos dinosaurios se alimentaban de hierbas. Lucía comentó a su hija, mientras acariciaba con ternura al huevo, que estos animales prehistóricos se caracterizaban por tener tres dedos en cada uno de sus pies y eran tan altos que alcanzaban a comer las hojas de árboles muy altos, como las coníferas. La roca veía entusiasmadas a Donají y a Lucía, pero les recordó la misión por la cual se encontraban en el Cretácico. Caminando a un lado de los helechos, empezaron a sentir pequeños temblores, de reojo Donají vio unas patas grandes- Creo que a tras de nosotros tenemos un Dinosaurio-. La roca les dijo que no hicieran ruido y que se escondieran para protegerse. Inmediatamente se escondieron entre los matorrales, lugar donde vieron pasar a unos gigantescos Terópodos.- Estos Dinosaurios son peligrosos, son carnívoros, son los Tyrannosaurus rex-. ¿En verdad mamá? Pregunta Donají. –Claro, se comen a otros dinosaurios, expresa asustada la roca-. –Alejémonos de aquí-.- Si roca, porque ya me está dando miedo, abrázame Mamá-. –Toma mi mano Donají y no sueltes a la roca-. –No mamá-. Llegaron a la gran montaña que se encontraba cerca del mar Cretácico. La roca les pidió que para poder pasar la montaña donde se encontraban sus compañeras las amonitas tenían que irse gateando porque la entrada de la cueva era pequeña. Al ir entrando poco a poco Lucía y Donají iban empequeñeciendo, de pronto se encontraron con una diversidad de colores amarillos, verdes, blancos, plateados, bronce, rojos, naranjas, violetas que se combinaban entre sí para formar la silueta de una amonita gigante. Era impresionante ver todo aquel espectáculo natural, mientras las amonitas aparecían una por una hasta reunirse sobre una gran pirámide de tierra. La líder de las amonitas se puso enfrente y con gran voz nos dio la bienvenida- Apreciadas visitantes, nos orgullece que hayan venido de tan lejos, millones de años en el tiempo para ayudarnos a resolver un gran problema: el olvido de las amonitas-. Cuando la líder pronunció las últimas palabras, el resto de las amonitas, incluida la roca voltearon su cabeza hacia abajo, dejando ver en sus diminutos ojos lágrimas que escurrían hasta caer sobre la tierra. Lucía miró tiernamente a las amonitas y agradeció la amable recibida y les comentó que su problema tenía solución.- Si, mamá tiene razón, expresa contenta Donají. –Escuchen, soy Paleontóloga y no las hemos olvidado, al contrario son parte importante en la evolución de nuestra historia natural, que son exhibidas en museos, estudiadas por grandes científicos, hablan de ustedes mucho-.La roca baja de la mano de Donají y se acerca con las demás amonitas- Si, es cierto lo que dices Lucía, pero seguimos siendo olvidadas en la mente de ustedes los humanos, toman mas importancia a un enorme Dinosaurio que a una minúscula amonita, y es verdad lo que digo, por ejemplo, Donají no sabía de nosotros, no le hablan de nosotros en la escuela, y eso que tú, que eres su mamá eres Paleontóloga-. Lucía quedó en un instante en silencio- Me apena, pero no puedo negarlo, a veces me presumen mis amigas sus colguijes de amonitas, sin ver el verdadero valor que tienen, el significado y la importancia que representan en nuestra evolución. –Sí mamá, ahora recuerdo, una ocasión que iba caminando con mi papá y al llegar al camellón de la avenida se asombró de encontrar entre el cemento y dentro de las rocas unas amonitas, que no ve nadie-. Un poco molesta la roca responde que cómo es posible que sean pisadas-.Sin embargo Donají le aclara-Las personas no conocen sobre ustedes y… ¡no es su propósito pisarlas!-. Las amonitas existieron en los mares desde tiempos geológicos-Sí, sí, desde el Devónico hasta el Cretácico, alrededor de 350 millones de años! señala Lucía-.- Además hay diferentes tipos de amonitas. –.- ¿Mamá las amonitas son familiares de los caracoles que hay en el mar?-. – Se parecen mucho. Mira, si observas, tienen una corona de tentáculos en la cabeza que se asoman por la abertura de la concha. Su cuerpo blando se aloja en el interior de la concha, que además tiene una ornamentación muy marcada donde sus costillas se definen claramente, su pariente actual es el Nautilus-. -Son bonitas las amonitas, mamá-. – Gracias por el cumplido, pero debes saber Donají que nosotros evolucionamos de forma rápida y nos puedes hallar a nivel mundial, aparte que hemos sido para la Tierra un excelente fósil guía para que los científicos conozcan la edad de las rocas, expreso con singular alegría la líder-. -Mamá, las amonitas tienen razón en sentirse olvidadas-. – Nosotras nos encargaremos que su gran legado que han dejado a la humanidad no desaparezca, Donají-. Las amonitas sintieron alivio cuando escucharon que los dos seres humanos que eligieron pudieron entender su preocupación y con algarabía festejaron hasta altas horas de la noche en compañía de una inmensa luna que iluminaba las sonrisas de las amonitas, Lucía y Donají. El planeta Tierra está cambiando, la aparición del hombre ha dejado huellas importantes sobre ella, sin embargo también ha olvidado que solo existe un tiempo y un espacio, y si no valoramos lo que nos ha dado no nos transformaremos únicamente en fósiles, sino que aquellos, que puedan sobrevivir y renacer a un mundo nuevo, en vez de apreciarnos, solo seremos una piedra más sin una historia que contar, aunque seamos una leyenda. Un rayo de luz cobijó el rostro de Donají quien hizo que despertara de un sueño hecho realidad…Fin. * Recientemente el municipio de Colima a adornado calles y camellones de la ciudad con lajas de caliza ricas en fósiles, no solo Amonitas de canteras cercanas, sin embargo la gente común, ignora una interesante historia de evolución de nuestro planeta y pierde una invaluable oportunidad de retomar esa primitiva pregunta….de donde venimos? .
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