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Trabajar, trabajar, trabajar…

Trabajar, trabajar, trabajar…



01 de septiembre de 2013 22:55:12 horas

Por. María Eugenia González Pereyra
Diario de Colima, 1° de septiembre de 2013
enlace al Diario de Colima

“¡AY!, tengo que ir a trabajar”, “El trabajo es tan malo, que hasta te pagan por hacerlo”, “Es el pago del pecado, y si no lo hago, muero de hambre”, estas y otras frases las escuchamos con frecuencia. Además, tenemos lo escrito, pero a veces mal comprendido por los hombres: “La tierra te dará espinos y cardos, y tendrás que comer plantas silvestres. Te ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la misma tierra de la cual fuiste formado, pues tierra eres y en tierra te convertirás (Génesis 3:18-19).
Vamos viviendo sin profundizar en el estudio de la palabra, para llegar a una comprensión revelada, y si a esa penosa mala elección le sumamos frases quejumbrosas, entonces nace el concepto de “trabajo” como un castigo, como un pesar; ese que hemos acuñado de connotación sufrida. Me queda, más que claro, que como individuos nos partimos por la mitad.

SieteEnanitosCuando llegamos a la vida activa y productiva con la creencia de tener que trabajar para pagar las cuentas, cumplir con las obligaciones y compromisos, en vez de tener una disposición voluntaria de querer trabajar, nos quedamos ciegos, perdemos de vista el otro lado de la moneda: el del camino espiritual y de desarrollo humano.
Dejamos que las creencias y mitos urbanos nos lleven como hojas secas; nos hacemos esclavos de dichas creencias y nos llenamos de un vacío existencial tan doloroso que nos enajenamos, nos convertimos en entes sin satisfacción en un “barril sin fondo”.
Hay quien trabaja, trabaja, trabaja y olvida darse un respiro. Pero ojo, lo hace para no dárselo, precisamente, para pagar con trabajo una culpa, o bien para caer rendido y no mirar algo que duele, algo que falta: Usa el trabajo como suplicio y no como camino, se aparta, se aísla, se rompe aún más. Reaprender para disfrutar el trabajo y ser abundante es un tema de terapia. Como ya les he comentado, la terapia es para los inteligentes y nada tiene a ver con locura.
Innovemos algo ¡ya!, cambiemos nuestra mirada de lugar, exploremos otras opciones, abramos la caja de Pandora y descubramos cómo en el trabajo está uno de los caminos más seguros y cortos a la felicidad, a la alegría y la dicha de la fe cierta.
En El Arte de Amar, de Erich Fromm, podremos encontrar un concepto diferente con respecto al trabajo, y espero un nuevo balcón desde dónde mirar la digna acción del trabajo. Para quienes ya lo leyeron, los invito a leerlo de nuevo, y para quienes aún no lo han leído, les recomiendo hacerlo. Si leemos con pureza, sin filtros de creencias heredadas, quizás podamos declarar que trabajar es una bendición que me permite realizar y poner en acción mi capacidad de dar algo que sirve para los demás; es una oportunidad de procurar la excelencia; es unirme a la creación misma, cuando puedo y soy creativo. Cuando uso los talentos recibidos en favor de los demás, se me permite recibir también de las personas. Manifestando en el hacer mi derecho de pertenencia y reafirmando mi estrecha relación con la creación.
¿Que hay que esforzarse? ¡Claro! Y eso es una fortuna, es la elección donde reside la libertad; de ahí el reto, he ahí la diversión y la razón de poder disfrutar del agradecimiento merecido por lo que voluntariamente hemos dado con el corazón y el alma.
Te invito a pensar en algo: si veo el trabajo como algo fastidioso, entonces lo que recibo por hacerlo, lo vivo como algo no merecido, pues sé que no he dado lo mejor de mí; así que la conciencia me deja un mal sabor de boca y surge un impedimento para ser abundante y próspero.
Nosotros mismos nos encadenamos a lo escaso o meramente suficiente. La prosperidad completa reside en la alegría, en la gratitud por la oportunidad de prestar servicio y recibir remuneración por ello. Por eso, yo te invito a revisar tu ser, hacer y tener. Te invito a trabajar haciendo cuatro cosas nada más: procurar la excelencia, dar y crear bienestar, hacer del trabajo una alabanza, y agradecer.
En el trabajo detestado, los triunfos saben poco, las metas logradas son arma de arrogancia, y a las personas con quienes laboramos y compartimos una buena fracción de nuestras horas las vemos como competidores a superar, e incluso a quienes quitar del camino. “Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo” (Gálatas 6:2).
En el trabajo está el camino de regreso a la esencia; es ser uno con la creación. La esencia del amor es “trabajar” por algo y “hacer crecer”. El amor y el trabajo son inseparables. Erich Fromm dijo: “Se ama aquello por lo que se trabaja, y se trabaja por lo que se ama”. Al final de cuentas, ¿quién dijo que sudar fuese malo?
Hoy, hace 95 años que nació mi abuelita y yo celebro su vida, pues de ella tomé mi raíz y con eso también Colima. Soy parte de una familia que me enorgullece. Nena Sánchez Virgen (Manena) me inclino ante tu destino, te honro y agradezco, tú eres todo lo que yo aprendí de ser una abuelita. Gracias.

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Tels: 0443121557328/1612630. *Terapeuta y consultor en desarrollo humano. innovemosalgoya@gmail.com & http://www.facebook.com/MARITAGP

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