Resiliencia… no es muy común escuchar esta palabra en la vida cotidiana, de hecho, yo la conocí hasta que comencé a estudiar Psicología por ahí del tercer semestre en la Universidad de Colima. Pronunciarla siquiera se nos hacía difícil a mis compañeros y a mí en el aula, hasta que nos fue explicado, mediante una analogía aplicada, tomado de la metalurgia francesa, que esta fuerza interna, se parece mucho a la consistencia y características morfológicas del fierro cuando es sometido a altísimas temperaturas para su moldeamiento. Así sí lo pudimos entender, muy parecido a lo que le ocurre al oro, que no teme al fuego, según expresa el proverbio chino.
Resiliencia
¿Cuántas veces has pasado por situaciones desesperantes? ¿Cuántas veces has pensado que es lo último y más doloroso en experiencias, que puedes soportar? Hoy por hoy lo recuerdas con un hondo suspiro y además, tienes la capacidad de revivirlo con alegría y satisfacción cuando compartes tu versión de dicho evento con alguien a quien consideras que debe saber lo que te ocurrió. La forma más adecuada de fomentar e identificar la resiliencia es acudiendo a terapia. Date la oportunidad de darle un nuevo sentido, un nuevo final a tus historias.
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