El lema "sufragio efectivo, no reelección", recorrió el territorio nacional, electrizando a sus pobladores con la esperanza de un futuro mejor. El hombre que lo defendía, Francisco I. Madero, tras mil vicisitudes, entró al fin triunfante al Zócalo capitalino, entre el delirante aplauso del pueblo que veía al fin respetada su decisión electoral. Sin embargo, entre las sombras, el odio y la traición tramaban su venganza, la que después de solamente 15 meses de gobierno, desencadenó la llamada "Decena Trágica", el 9 de febrero de 1913. El arma homicida fue cargada por los intereses mezquinos de quienes veían perdidos sus privilegios. Las balas cegaron la vida del hombre, pero elevaron la figura del apóstol de la democracia, hasta un lugar privilegiado en nuestra historia.
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