*El profesor emérito de la UNAM revalora el trabajo de investigación biomédica que se realiza en México Como parte del curso ARS Médica Mexicana que se realiza en la Universidad de Colima, impartido por Ruy Pérez Tamayo, profesor emérito de la UNAM, quien dictó su tercera conferencia titulada “La calidad de la Investigación Médica en México”. Habló sobre un estudio preliminar de la calidad de la investigación biomédica en México realizada por los investigadores Guillermo Ruiz y por el propio conferencista, utilizando los criterios de originalidad, fecundidad (cuántas ideas nuevas genera) y generosidad (cuántos fenómenos explica). Indicó que se revisó todos los artículos de investigación biomédica originales publicados durante todo el año 2000 en las revistas nacionales mensuales, como Investigación Clínica, del Instituto Nacional de la Nutrición; así como los Archivos del Instituto Nacional de Cardiología de México. Ruy Pérez comentó que la calidad científica promedio de la investigación científica en México que se publicó en estas revistas fue buena, lo que contradice la opinión de que todo lo que se publica en revistas nacionales es de mala calidad científica. “Estamos convencidos que la calidad de la investigación científica biomédica en nuestro país no es ni mejor ni peor de la que se hace en los países con niveles altos de desarrollo científico; las diferencias no parecen ser cualitativas sino cuantitativas en vista de la escasa producción científica en México en comparación con la productividad de los países líderes de la ciencia en el mundo occidental”, aclaró. Sobre el origen de la opinión de que los artículos de investigación biomédica publicados en revistas nacionales son necesariamente de menor calidad que los aparecidos en revistas internacionales de alto impacto, indicó que se debe a la falta de cuerpos editoriales críticos en muchas de las publicaciones médicas mexicanas, que por otra parte tampoco tienen aspiraciones académicas rigurosas y más bien cumplen con las funciones de prestigio mediáticas o institucionales. Sin embargo, en México sí existen varias publicaciones científicas médicas con cuerpos editoriales tan rigurosos como en cualquier otra parte del mundo. En segunda lugar, comentó que la tendencia del análisis bibliométrico juzga la calidad de las publicaciones científicas tomando en cuenta que estén escritas en inglés, ya que “muy pocos científicos leen las revistas publicadas en español; aunque no nos guste el inglés es la lengua franca de la ciencia contemporánea”. En la actualidad, el investigador que ha publicado más artículos en revistas internacionales con un alto índice de impacto recibe más apoyos, es mejor evaluado y alcanza posiciones más elevadas en su escalafón. La tercera razón que señaló es el malinchismo, ya que muchos de los investigadores biomédicos contemporáneos adquirieren parte de su educación profesional de posgrado en el extranjero (especialmente en los Estados Unidos) y esto dejó una huella profunda en su concepto de calidad científica, “para mi generación lo bien hecho se hace en Estados Unidos, y si quieres hacer algo bien más vale que se parezca a lo que se hace en EU, esto considero es un pecado de juventud, una enfermedad que se quita con el tiempo”. Desde principios del siglo XIX, la buena ciencia médica no venía de Estados Unidos sino de Francia, y lo que se producía en México en el campo de la Medicina científica se medía y se juzgaba de acuerdo con el estándar francés. Comentó que el reconocimiento de la calidad de la investigación biomédica mexicana se alcanzará cuando la comunidad científica de nuestro país deje de aceptar que lo generado en Estados Unidos es bueno porque lo dicen los “gringos” y empiece a reflexionar en forma crítica sobre por qué lo dicen y a cuestionar sus argumentos con observaciones relevantes. Y en cuarto lugar, se tiene una antigua tradición de los científicos mexicanos de no leer lo que escriben sus colegas, y no sólo del país sino de todo el mundo hispanoparlante; la ciencia mexicana que se pública en español no se lee ni a nivel nacional ni internacional, esto contribuye a aumentar la llamada ciencia perdida del tercer mundo. Ruy Pérez Tamayo concluyó que medir la calidad de la investigación no es una tarea fácil, conocer sus alcances y limitaciones pueden ser de utilidad si el objetivo final del quehacer como médicos es atender mejor a sus pacientes, “debemos seguir haciendo esfuerzos por investigar y publicar preferentemente en revistas con factores de alto impacto, pero también en revistas locales que se encuentren al alcance de la mayoría de los médicos de nuestro país”, finalizó. |