“Para ser líder primero se debe empezar por uno mismo, encontrar y hacer lo que apasiona, porque ello mueve la inteligencia, nuestra capacidad de autocrítica, las emociones y la generosidad a otros niveles, y finalmente somos otros”.

Con estas palabras el especialista en liderazgo, estrategia y negociación, Eduardo Dalmasso, explicó el camino para educar líderes en su conferencia “Liderarse para liderar”, que ofreció durante el cuarto día de actividades por el 50 aniversario de la Facultad de Contabilidad y Administración en Colima, en el Paraninfo Universitario.

Dalmasso, originario de Córdoba, Argentina, es el director general de Dalmasso y asociados, una consultoría que atiende la conducción de organizaciones e incentiva la generación de líderes de líderes. Dalmasso incursionó en el área de metalurgia, compañías de seguro, bancos, empresas constructoras y –dijo–, ahora sabe cómo funcionamos y que pasa con la condición política, sus valores y la conducción a largo plazo.

Ante un paraninfo atento de estudiantes y docentes de contabilidad, Dalmasso compartió su concepto de líder. Para él, “un líder es aquél que por distintos factores, como capacidad, voluntad, ubicación social, por manejo de información clave, por talento intelectual, científico, artístico o kinestésico, ejerce una significativa influencia sobre la sociedad y sus diferentes manifestaciones o simplemente sobre grupos auto-convocados o convocados para ciertos fines”.

“Un buen maestro, similar a un buen líder, es auto-exigente y exigente con sus alumnos, es una autoridad moral al ser autoexigente, pero profundamente generoso”, añadió, y dijo además que “un líder busca trascender para lograr una vida mejor y una sociedad más justa, que empieza en su ámbito de influencia; por ello, todos estamos involucrados. Particularmente, los habitantes de Colima se preocuparán por Colima o por su universidad, por citar un ejemplo inmediato”.

Conforme a su experiencia, Dalmasso dijo que existen dos categorías de líderes, una son nuestras autoridades, dirigentes, héroes, jugadores estrellas, y la otra –enfatizó–, mucho más importante, “es nuestro propio liderazgo, porque no hay nada más trascendente que conocerse en profundidad y a través de ese conocimiento encontrar el camino hacia esa buena y justa vida”.

También habló de lo que define como “el hombre mutilado, la contracara de las personas que intentamos formar educando. Al hombre mutilado –dijo el especialista– le cuesta entender el significado de la espiritualidad, es de visión acotada y niega la existencia de los demás, salvo para su propio beneficio”.

Por lo general, agregó Dalmasso, quienes entran en esta categoría del hombre mutilado son inteligentes pero incapaces de crear y sostener una visión transcendente a su persona. “Todo lo que dan es para su beneficio o su ego, y eso no sirve. Si el identificado hombre mutilado es exitoso, el consumismo desenfrenado es su carta de presentación, y si no, los identifica la envidia, la amargura y el vivir concentrados en sí mismos”.