Los habitantes de La Becerrera y La Yerbabuena, de acuerdo con estudios geológicos, se encuentran asentadas sobre restos volcánicos que generaron depósitos de flujos piroclásticos en erupciones pasadas. Por ejemplo, La Yerbabuena se encuentra a 8 kilómetros de la cima del volcán y La Becerrera a 12, lo que las convierte en una zona de alto riesgo.

Por tal motivo, el maestro en Ciencias de la Tierra, Abel Cortés, recomienda a autoridades, científicos y habitantes, mantenerse comunicados para evitar la tragedia ocurrida en Colombia en 1985, cuando la falta de comunicación provocó la muerte de 22 mil personas al presentar el volcán Nevado Ruiz una pequeña erupción cuyos flujos piroclásticos sepultaron la ciudad de Armeros, localizada a 50 kilómetros de la cima del volcán.

Aunque los científicos informaron a las autoridades gubernamentales y de Protección Civil, incluso entregaron un mapa de peligros volcánicos, ese día no hubo coordinación entre los sectores, por lo cual no se hizo nada para proteger y salvar vidas. “Este evento puso en evidencia cómo la falta de información a la población y una mala coordinación entre los científicos y las autoridades, un evento pequeño puede terminar en una gran y lamentable tragedia”, comentó.

Colima no está exenta de ello, pues en 1913 el volcán generó una serie de grandes flujos piroclásticos. El investigador detalla que alcanzaron distancias mayores a los 13 kilómetros hacia el sureste, llegando cerca de San Marcos, Jalisco. “Por el lado de Colima, los flujos piroclásticos se desplazaron a lo largo de las barrancas ‘La Lumbre’ y ‘Cordobán’, alcanzando distancias mayores a los 15 kilómetros, cubriendo con sus depósitos la mayor parte del área donde ahora se encuentran las comunidades de La Yerbabuena y Becerrera”.

En este sentido, la ciudad de Colima no puede verse afectada por los flujos, ya que los cerros (barreras topográficas) y barrancas de “La Lumbre”, “Cordobán”, “San Antonio” y “Montegrande”, “La Arena” y “Beltrán” evitan el paso de los flujos. Sin embargo, “la caída de ceniza, en caso de una gran erupción, sí representa un riesgo. Lo hemos visto frecuentemente cuando por una explosión se forma una columna eruptiva de varios cientos de metros de altura y los vientos se dirigen hacia el sur”, alertó.

Sin duda la mejor forma de evitar un desastre es la prevención. Ya que los volcanes no tienen fecha ni hora para hacer erupción. Por lo que debemos estar atentos a la información que den los investigadores y autoridades de Protección Civil sobre el estado de la actividad del volcán.

Abel Cortés será ponente en el Congreso Mundial de Ciudades en Volcanes, a realizarse el mes de noviembre en la Universidad de Colima. En su ponencia, el maestro en Ciencias de la Tierra hablará acerca de la historia eruptiva del volcán “Nevado de Colima” con base en el estudio de sus depósitos volcánicos (rocas) generados por diferentes erupciones.